viernes, 28 de abril de 2023

Lago de oro

 La gente se(nos) lo cree(mos) todo.

Me dices que vienes de un lago dorado, que estabas por aquí justo esperando encontrarme, que igual hasta habías estado soñando conmigo. Me miras con cara de interés y te recreas en mis historias. Y yo me lo creo. O quizás realmente no dijiste nada de eso, y yo me lo creí igual.

Puedo deslizar para avanzar. Puedo seguir buscando. Puedo volver atrás y reconducirme. Lo que sea menos mirarme al espejo y enfrentarme.

Me pregunto de nuevo, ¿por qué hace esas cosas la gente? ¿qué interés tienen en tratar a otras personas así? Me enfado y me compadezco de mí misma. Siento lástima y siento que me falta orgullo, que me falta amor. Siento que podría seguir arrastrándome hasta que alguien decidiera acabar de aplastarme pisoteándome. 

Vuelvo a pensar en lo poco que me interesas, y siento más lástima aún por haber perdido tu atención. Me recreo en una hipotética situación en la que ejerzo la satisfación de la venganza por acto de madurez. Esa madurez que creo que te ha faltado. Y me doy cuenta de que hace tiempo ni si quiera estoy cerca de estar muy lejos de tocarte. No puedo alcanzarte para darte una lección, no puedo ni acercarme para desaparecer de tu vida.

Me planteo ser clara y concisa para herirte: "No fuiste más que una fantasía sobre mi almohada por la atracción que ejercía en mí tu bonita sonrisa". Me lo digo a mí misma y me siento mejor. Me prometo ser más clara y más directa cuando tenga la oportunidad. Esa oportunidad lejana como un mar de plata, como un lago de oro.

Me siento tocada y herida. Me revuelvo en mi dolor y mi desgracia. Me pregunto qué me duele más ahora mismo, si el Mar, o el Río.


Me alegro de seguir teniéndome. Y me regocijo en la posibilidad de empezar a escribir humor, en vez de pena. Y me pregunto si algún día alguien querrá alguna vez volver a reírse conmigo.

sábado, 1 de abril de 2023

Embora

 E ela foi embora. E eu fiquei.


Eu acho que ao final, aprendí a usar isa palabra.


Y volver a sentarme a ver el mar, para acabar como empezó.

martes, 28 de febrero de 2023

El despertar

 ¿Somos la misma persona durmiendo que estando despierta? ¿Somos reflejo de nuestras sombras? ¿Será que somos, a la vez, ese gato que está vivo y muerto?


¡Vete a la mierda! Sentirse deprimido no es  motivo de mofa. Curioso que la mayor inspiración venga con los peores momentos.


Ven aquí, conmigo, siéntate y acompáñame en esta tortura psicológica. Luego levántate y echa a andar.


Ahora que me oyes. Ahora que ves. Vuela. Baila. Vive.


Despierta.

viernes, 30 de abril de 2021

Las velas que no apagamos

Hoy hace cuatro años que ya no cumples años.

No tengo ni idea de qué ha pasado en todo este tiempo, porque una parte de mí, sigue esperando en aquel pasillo.

De aquella mañana.

De aquel sitio.


Cada mañana.

Y en cualquier sitio.

sábado, 12 de septiembre de 2020

No odio a nadie

 Hace años escribí un post en este blog insinuando que odiaba a una cantante. En el post desarrollaba una teoría, algo agresiva y poco compasiva, sobre lo poco que me gustaba que las mujeres en foco mediático ocultaran su homosexualidad. Hablaba de esa cantante, pero también de muchas otras personas conocidas por la sociedad. Analizándolo ahora con más perspectiva, y más teniendo en cuenta en el contexto de edad y momento de vida difícil en el que me encontraba (luchando en mi propio desarrollo de persona fuera del armario) veo que simplemente era un lenguaje provocativo que me ayudaba a reafirmarme, pero en ningún caso he creído nunca que nadie tuviera que llevar ninguna bandera para hacerme la vida más fácil a mí. 

 

Pero era mi blog y mi forma de hablar, y nadie tenía permiso para entrar al debate. Era mi forma de estar sola borracha en la barra de un bar, vomitando cualquier mierda que me pasara por la cabeza. Ilusa de mí, el poder de Google hizo su magia, y me regaló más de 500 comentarios en forma de insultos hacia mí y a toda mi família, con múltiples deseos de muertes dolorosas varias, ya que el famoso buscador devolvía mi entrada dentro de sus primeras 10 páginas cuando buscabas el nombre de esta persona. Os podéis imaginar el espectáculo (parecido a lo que pasa actualmente a cada cinco minutos en twitter).

 

Me pregunto quién genera más odio, aquellos que lo intentan provocar, o aquellos que lo atienden y lo alimentan.  


Ah, por cierto, la entrada famosa la he eliminado. No quiero ser troll involuntario, ni crear más trolls odiadores de trolls. Nunca he odiado a nadie. Ni a los que odiaban mi odio.

Poesía de bolsa de patatas

 Atravesar, como agujas en algodón, uno a uno los centímetros que conforman la superficie de tu piel, con las ganas de hacerlo. Oler la distancia que nos separa o ver el tiempo que aún nos queda. Sentir que regresas aunque no te hayas ido.

Puedo frustarme por no tener nada que decir, nada que aportar, nada que ser. O puedo tener una nueva oportunidad de instalar sistema operativo, aprender, desarrollar, madurar.

Puedo seguir escribiendo para mí y seguir aburriéndome a mí misma. O puedo escribirte a ti. O a ellos.

Las cosas bien hechas al final siempre tienen recompensa. Y hacerlas o no hacerlas bien, depende ti. Tú dependes de ti. Tú que te quitas los límites, también te los puedes poner.

Falta humildad, falta confianza. Sobra compasión. Al fin y al cabo, ¿a quién tienes que convencer de nada?

domingo, 19 de abril de 2020

Impaciencia

¿Cuánto es un tiempo de espera prudencial o suficiente antes de que se considere normal o sano el perder la paciencia? ¿Cuándo está bien o es saludable claudicar? ¿Cuál es una buena forma o formal de perder los papeles? ¿Por qué sentir impaciencia nos hace sentir errados o insatisfechos? ¿Se puede tener paciencia eternamente sólo por no caer en la impaciencia?

Mantener los nervios es un auténtico arte, un logro de la inteligencia emocional. Ser capaz de contener la necesidad de obtener resultados de forma inmediata, sobre todo cuando estos no dependen de ti, es la redención del espíritu y el alma. Es la calma, la paz y es el poder de controlar la situación por encima de los límites. Es lo que nos ofrece la racionalidad y lo que nos convierte en seres diferentes. Incluso a unos por encima de otros, en la misma especie.

Pero, ¿qué pasa cuando la paciencia se pide, no para contener la necesidad del resultado inmediato, si no para mantenerlo duradero en el tiempo de una forma probablemente infinita? ¿Qué pasa cuando no hay posibilidad real de que vaya a haber nunca un resultado?

Supongo que lo lógico y sano es no esperar un resultado. Abandonar la posibilidad y centrar tus expectativas en otras cosas sí posibles. Apartar aquello que no podemos controlar y nos crea frustración, para poder seguir controlando nuestros impulsos más perjudiciales.

Y esto, que parece tan lógico y tan básico, a veces nos cuesta mucho ponerlo en práctica cuando hablamos de la influencia directa de otras personas. Y más, cuando ya habíamos decidido en otros momentos de la vida apartarlas de nuestro día a día. Igual porque también es necesario apartarlas de nuestro mes a mes. Y si hace falta, apartarse de un grupo más grande que por otras circunstancias, aún nos une. O apartar a esa persona de él, pensándolo más retorcida  y egoístamente.

Eso, o encontrar el punto medio por sobrevivir con los demás, intentando eso sí, no perder la paciencia. Hasta que un día te hartes y vuelvas a preguntarte, ¿cuánto es un tiempo prudencial de espera, antes de perder la paciencia?

sábado, 1 de febrero de 2020

Alegría mínima

Porque la vida es un contínuo de situaciones y barreras que superar. Porque nunca estamos suficientemente preparados para afrontar todo lo que nos espera y nos deparan los cambios.

Porque sólo tenemos la certeza del ahora y la seguridad de estar aquí presentes.

Y porque cada paso adelante, viene tarde o temprano con dos hacia atrás. Porque la vida más que un contínuo avance, es una lucha por evitar retroceder.

lunes, 6 de enero de 2020

Pena máxima

Dejadme tirar los penalties. Miradme en cuanto el árbitro pite, buscando la paz en la tensión.
Ved como sonrío y como alejo cualquier posibilidad de fallar. Sentid la alegría del gol antes de que chute.

Notad la confianza y la seguridad, notad la experiencia y la sabiduría.

Ignorad como tengo por dentro las mismas dudas que tendría cualquiera.

Dejadme que os lo haga ignorar. Lo que pase luego, sea lo que sea, será mi victoria.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Reflexionando

Hola a todos, pequeños seres que hay dentro de mi cabeza y se dedican a leerme y acompañarme en este viaje de la vida. Desde 2008 escribiendo sola en un blog, leyéndome a mí misma, y aborreciéndome a mí misma también. Qué bonito es el mundo.

Hoy es jornada de reflexión en este fantástico y democrático país en el que tenemos derecho a votar, y estaba dispuesta a ello, a reflexionar aquí, sobre lo que significan los ideales y la importancia de la elección política en la sociedad actual. Pero ¡ay, amiga! he entrado al blog, he releído mi última accidentada entrada, y me ha dado por reflexionar sobre mi vida (supongo que al fin y al cabo para eso sirve este blog).

He pasado dos años bastante terribles, haciendo un balance así rápido y conciso, ahora que me resulta más fácil verlo con perspectiva. He caído en el vacío emocional más profundo, y a la vez, he encontrado esa fuerza y esa vía de escape que nunca creí que existiría en mí, para sobreponerme y recomponerme frente a las adversidades. Esto también, así dicho muy rápido y con mucha perspectiva. A la práctica no es tan fácil.

Aunque suena a tópico y a filosofía de barra de bar, lo que no te mata te hace más fuerte. Y mejor. Y más poderosa y más inteligente. Te arregla el pelo y te esconde arrugas. Te pone más guapa y te hace más atlética y sensual. Te da un halo de grandeza que te acompaña y te protege de todo lo que no sea tu magnificiencia. Te hace cantar como los ángeles y tomar decisiones infinitamente mejores que las que tomabas antes, o de las que puede tomar cualquier otra persona.

Básicamente, como dice mi ángel de luz, ese que apareció en mi peor momento de la vida para (espero) quedarse por mucho tiempo y disfrutar de momentos mucho mejores, todo es cuestión de confianza en la vida de una persona.

Espero que esta reflexión no sirva para nada a nadie, nunca. Lo último que quiero es adoctrinar o convencer o asombrar a nadie con mis descubrimientos y avances emocionales. Sólo quiero que me sirva a mí, como lo hace, como siempre lo ha hecho, en este camino que es la vida, y que un día en 2008 decidí comenzar a relatar con este blog y espero que me acompañe (o no) mucho tiempo más.

Gracias a todos por escucharme y hacer que resuene esa frase en mi cabeza: Jade, eres una crack.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Ser penas o no

No tengo ganas de explicar nada. No me apetece contar ninguna de mis historias, ni debatir ninguna de mis teorías, ni hablar sobre el último artículo interesante que he leído.

No me apetece defender a los pobres ni atacar a los fuertes. No quiero que las partes distantes se entiendan y se aproximen. No tengo ganas de hacer del mundo un lugar mejor.

Me empiezo a preguntar si soy una persona demasiado oscura, demasiado apática o demasiado triste. Me planteo si podría pasar más de dos días cerca de mi propia presencia, si fuera otra persona, sin coger una depresión.

Me planto y me digo a mí misma que no puedo seguir así, que lo voy a perder todo con esta actitud y que no podré cumplir ninguno de mis propósitos y mis expectativas con estos ánimos.

Y también me da igual.

Caigo en la cuenta de que mañana es nochebuena, y pasado Navidad.

Empiezo a pensar que tal vez, quizás, cabría la posibilidad remota o no, de que no sea capaz de levantar cabeza por mí misma.

sábado, 6 de octubre de 2018

Imágenes

Las imágenes se suceden una tras otra en mi cabeza, dando vueltas sin parar, como palomas en la plaza de Sarajevo. Me recuerdan el vaso medio lleno, al borde de la terraza, en la bahía de Kotor. Y me hacen entender por fin, después de probarlo infinitas veces, a que sabe el cevapi.

Cuando pruebas el maíz callejero de Zagreb crees haberlo vivido ya, en una mejor vida anterior, donde infinitas hectáreas de campo estaban repletas de esa planta. Cuando quizás aún paseaban romanos por Split, o cuando llegaron los primeros autoestopistas a Trebinje. Los que, quizás aún, siguen ahí.

Las imágenes me remueven pensamientos y sentimientos, y me recuerdan por qué estuve allí. Me dicen que Slunj puede ser el lugar más seguro del mundo, donde los vecinos del pueblo todavía gritan por el kalimotxo. O se me nubla el corazón cuando pienso en las dos mitades de Mostar, y todo lo que un único puente puede llegar a separar.

Me evocan la imagen, sólo en mi imaginación, de un Dubrovnik desértico, donde la dolomita es el único protagonista y donde las maravillas de poniente brillan en su esplendor. Me hacen creer en un Belgrado comunista y tolerante, donde aún hay sitio para todos, controlen sus resacas o no.

Me hacen pensar que un día los Balcanes de la antigua Yugoslavia fueron una cuna cultural y social de referencia, donde al día siguiente sólo se veían tanques y cañones, y donde hoy sólo quedan restos, tanto de lo uno, como de lo otro. Quieran unos, no quieran otros. Y en medio, como siempre, los más débiles, que no tienen nada que decir, ni que hacer, ni donde quedarse.

Y el resto ajenos miramos para otro lado. Como con Líbia, como con Siria. Como hemos hecho siempre con ese trozo de tierra que llaman Bosnia y Herzegovina, donde nadie sabe nada y que tiene tantísimo por enseñar. Siempre tendré la imagen de todos sus rincones en la cabeza. Ahora que por suerte, de momento, todavía se podía visitar.

sábado, 24 de marzo de 2018

El consuelo que nos queda

Al final, a mi edad, después de años de lucha y trabajo para conseguir pulir mi escepticismo y mi razonamiento lógico al límite, me toca resignarme. Ni todas las horas gastadas en entender el funcionamiento del ser humano, ni las conversaciones para convernecer a los demás, me han podido alejar de aceptar el polvo en el aire.

Y eso que todo tiene el olor de lo que aún está vivo. Menos mi estrella fugaz, mi amiga.

Al final todo es tan sencillo como la vida, aquello que entendemos y lo que no. Tan simple como que todo principio tiene un final, pero que ese final sólo acaba cuando tú quieres. Puede que no sea nunca.

Y es que el consuelo que nos queda no es otro que aceptar, que ya por fin están juntos, como siempre lo estuvieron. Y que así es como tienen que ser las cosas, y así es como están bien. Porque tampoco podemos hacer nada para cambiarlo, y porque no es tan mal final si lo piensas. Y ni todo el egoísmo del mundo de las personas que les queríamos y necesitábamos tenerlos cerca, puede cambiarlo.

Y como el final no tiene por qué serlo, quedará en mí como el principio de algo infinito. Y queda en mí una fe increbrantable de que la paz y la felicidad infinita que siempre buscaron y necesitaron, por fin descansa con ellos. Y para el resto nos quedan sólo años de trámite para volver a reunirnos y sentirlo. Porque no puedo creer que en el mundo exista algo realmente tan definitivo como la muerte.

Y entender, después de tantos años de lucha y trabajo para pulir mi escepticismo, que la realidad y la lógica no son procesos naturales, o humanos.

O simplemente no estamos hechos para soportarlos.

domingo, 8 de octubre de 2017

Siento compasión

Me da pena del resto del mundo que no pudo ser yo. De los que no crecieron en mi entorno, de los que no compartieron lo que yo recibí y los que no pasaron por todas las experiencias que yo tuve.
Siento lástima y pena por todo aquellos que no vivieron mi vida; todos los que no conocieron a la gente que yo conocí y no amaron a los que yo amé.

Siento desilusión y desidia por todos los que nunca me abrazaron, los que no me besaron y los que no me quisieron como si no existiera nada más.
Siento rabia y furia y miedo y odio por todos aquellos que no me aceptaron. Por los que no me entendieron y los que me rechazaron.

Siento compasión por todos los que no la conocieron. Porque ya nunca la conocerán y nunca entenderán realmente de qué está hecho su mundo; mi mundo.

viernes, 25 de agosto de 2017

Una parte de mí

He perdido una parte de mí, una grande e influyente. Como si me arrancaran un brazo, o una pierna, o si me quitaran algún órgano. He perdido una parte de mi ser, de mi alma. De todas esas cosas espirutuales que nunca he sabido si existen, y ahora siento parte de mí.
He perdido la fe, el hambre, la ilusión. He luchado contra mí misma por perder hasta la tristeza.

He dejado una parte de mí en ese hueco, en esa cama, en aquel pasillo. Y me siento tan perdida que no puedo ni llorar, ni arrastrarme, ni sufrir. No puedo estar triste ni estar en paz. No puedo ni pensar ni levantarme ni caer.

No puedo ni echarte de menos. No puedo ni arrancarte ni avanzar.

No puedo entender.

sábado, 12 de agosto de 2017

Un suspiro desesperado

"He notado una brisa pasajera, que me ha dicho, que tal vez, si quisiera..."

Ayer estuve en un concierto, después de muchísimo tiempo de no ir a ninguno, y fue un concepto especial, diferente, del que tenía muchas ganas. Sentadas, notando la brisa pasajera y marinera de la que tanto alardean precisamente sus canciones, en paz, con sólo una sonrisa y un pie acompasando lo que toda la vida habían sido saltos y golpes de descontrol y éxtasis.

Lo que me gusta de la música del Robe, sea en el formato que sea y lo llames con el nombre que sea, es que te sigue acompañando y descubriendo en cada instinto primitivo de tu ser, con un abanico amplio de emociones y sensaciones, normalmente de las más incontrolables e innatas. Será eso que llaman el efecto de la música, pero que cada uno sólo podemos ver reflejado en algo o alguien en concreto.

No creo que sea sólo cuestión de gustos. Es indomable por la cabeza o la razón o el corazón. No voy a llevar banderas ni voy a profetizar al profeta allá donde quieran quitar valor a lo que es con lo que era. Me da bastante igual el mito, la sensibilidad con lo intocable, la supuesta pérdida de autenticidad. No es una cuestión de normas o tradiciones que cumplir. La música es esencia, sin más.

Con un violín y con vientos como si fuera aquello que nunca hubiera querido escuchar. Y allí echando de menos todo lo que nunca quise sentir, lo que nunca quise hacer. Y echando también de menos aquello que hace tiempo que no siento y no hago. Y así, "como si se me encendiera alguna luz", te viene la inspiración por la vida, por respirar, y por querer seguir disfrutando del mundo.

Como si nunca tuvieras suficiente de nada. Como si pudiera decir, "que un rojo atardecer, que aún está sin mirar, se mirara y feliz se pudiera marchar".


viernes, 16 de junio de 2017

El ruido del silencio

Aunque parezca contradictorio, no lo es. El silencio es uno de los sonidos más molestos y ruidosos que puede haber. Se te incrustra en la cabeza y rebota. Da golpes, como una resaca dominguera de vodka.

El silencio da calor. Te hace mirar a todos lados como si pudieras oír algo en cualquier momento. Se te pega a la piel y te hace odiar cada poro de tu cuerpo. Da miedo y paz a partes iguales. Da hambre y sed.

El silencio también hace compañía. Te ayuda a levantarte temprano y te hace sentir miserable. Te engaña y te complace a la vez.

La compañía del silencio es como el significado de una cerveza. Reconfortante y traicionero. Triste y necesario.


sábado, 20 de mayo de 2017

Y sentarme a ver el mar

Y pararlo todo, de repente, al mismo tiempo que empieza a hacer efecto la brisa del mar en tu piel. Y saber, que después, no queda nada a lo que sujetarse, ni que esperar.

Y pretender que el viento que ha soplado en tu cara no significa nada. Y fingir que el frío que recorre tu espalda es cosa de la temperatura. Y creer, que pasado un tiempo, podrás dejar de sentirte viva de nuevo para volver tranquilamente a hibernar.

Y soñar, con sentarte a ver el mar de nuevo y que no exista barrera de arena que no se pueda atravesar.

Y sonreír, como si en todo este tiempo no hubieras estado triste.

martes, 28 de marzo de 2017

Los cuentos que no conté

El canto del mirlo anunciaba, año tras año, el inicio de la guerra entre los dos animales. Ninguno había olvidado las largas horas gastadas en buscarse el uno al otro, de amenazarse, de esconderse y mostrarse a la vez. Aquellos días en los que el cazador pasó de ser la amenaza, a ser el objetivo.

Filete movió sus largos bigotes buscando orientación. El ambiente empezaba a estar un poco caldeado para su gusto, pero nunca lo demasiado como para mantenerlo dentro de la casa mientras la puerta al exterior se mantenía abierta. Y eso no era algo que pasara todo lo a menudo que le gustaría. Subió al punto más alto de la terraza, allí donde sin saberlo se dividían los límites entre lo propio y lo vecinal. Para él todo era su mundo, y más ahora que el suelo era su territorio y el enemigo caía del cielo.

Intentó mostrarse fuerte y decidido una vez volvió a escuchar el sonido amenazante del pájaro. Sintió ese impulso interno y tan natural del cazador, de intimidar haciéndose grande en el gesto y bravo en el rugido. Miró a todos lados sabiéndose el dueño del lugar, mientras volvía a perder de vista a su presa, que con un leve aleteo cambiaba de sitio y ganaba la ventaja de la posición sorpresa.

Podían pasar horas así, mientras uno sobrevolaba el cielo y amenazaba con atacar, el otro le perseguía por la vía más corta y amenazaba con atacar también. Sin prisa, pero sin descanso, sin dejar de percibir la amaneza y sin dejar pasar la oportunidad de acechar al otro. Como si no tuvieran nada mejor que hacer, o como si fuera la mejor opción posible en la que pasar el tiempo. Por lo menos, hasta que el plato estuviera lleno de nuevo y el estómago vacío. Entonces estar dentro, incluso con la puerta cerrada, no era tan mala opción.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Quién soy

Hola a todos, cracks y crocks del mundo.
A tenor de un artículo que he leído recientemente, me ha venido una cuestión trascendental a la cabeza: ¿Quién soy? ¿Qué tipo de persona habita en mi interior?
Y por más que le doy vueltas, no lo consigo responder.

Este Viernes, o un Viernes cualquiera que ha pasado hace poco (o hace mucho), se producirá (o se ha producido) un sorteo de esos de euromillones, en el que si te toca, recibes ni más ni menos que la friolera de 130 millones de euros. Eso que así dicho parece mucho, pero que tampoco se sabe imaginar cuanto, es más descifrable si lo troceas. Es decir, teniendo en cuenta la tajada que recibiría Hacienda (un 20% aprox), te quedarían unos 104 millones para ir tirando. Y que si como yo, rondas los 30 años, y tienes pensado vivir por decir algo y tirando a la media, hasta los 90, te queda para el resto de tu vida unos 4.700€ al día para sobrevivir. Así contado da hasta susto.

Pues haciendo un pequeño balance interior, me he puesto en la piel de tan afortunado ganador, y me he preguntado a mí misma que haría en una situación así. Hay gente que estoy segura, lo tendría clarísimo. Como si lo hubiera pensado ya otras veces, o como si realmente esperase que alguna vez le llegara su momento. Viajar, invertir, estudiar, dejar el trabajo, hacer donaciones, montar tu negocio, hacer regalos a la família... suelen ser las opciones más habituales, y que a su vez, hacen felices a más personas.

Pero yo no lo tengo tan claro. Supongo que querría hacer un poco de todo. Aunque por otro lado tampoco sé si sería buena idea dejar mi vida normal como es hasta ahora. Igual haría lo mismo, iría cada mañana a trabajar a aguantar mierdas, sabiendo que al llegar a casa sigo siendo rica y lo hago por pura estabilidad mental. O a lo mejor lo dejaría todo, y me iría a dar la vuelta al mundo a pie. O igual compraría mi bloque entero de pisos y se lo regalaría a mis amigos para vivir siempre en el mundo de peter pan. Igual me compraría un tren. O un caballo.

El caso es que no lo sé. Como en general no sé qué hacer con mi vida. Siempre culpamos a no tener tiempo o dinero para llevar a cabo nuestros planes, pero a veces es tan sencillo como que no sabemos cuales son nuestros planes. Y eso es extraño, y triste. Y tenemos casi 30 años y algunos aún nos estamos preguntando "¿Quién soy? y hacia dónde será que tengo que tirar..."